Tenía yo 22 años cuando estudiaba magisterio de Inglés en la
facultad de Espinardo y trabajaba de camarera en una discoteca de Murcia de
jueves a domingo, así que te puedes hacer una idea de cómo tenía la cabeza
cuando supe que estaba embarazada del que entonces era mi novio desde hacía
cuatro años, durante los cuales se encargó de demostrarme cada día que yo para
él era un subproducto. Me trataba de cualquier manera y no dudaba en pegarme
enfermedades de transmisión sexual quincenalmente. ¿Por qué aguanté?...es un
misterio que a día de hoy está sin resolver.
Dejando de lao la relación de pareja, cuando supe que estaba
embarazada le comuniqué a mis padres la noticia con el disgusto que eso supuso,
el escándalo en el pueblo (soy de un pueblo de menos de 30.000 habitantes), y
el berrinche de mi abuela.
Pasados tan sólo unos diez días desde la noticia, empecé a sangrar
bastante, me temía lo peor. El embarazo parecía haberse ido al traste tras una
hemorragia, pero cuál fue nuestra sorpresa que en urgencias nos dijeron que el
bebé estaba bien, pero que veían una masa extraña en el ovario izquierdo, y me
dijeron que me llamarían cuando tuvieran los resultados.
Al día siguiente nos llamaron para ir a hacer otra ecografía. Al
ir a este segundo ecógrafo, me llamaron esa misma tarde para darme la mala
noticia. Era un tumor y en dos días iban a interrumpir el embarazo para
extirparlo el tumor en el ovario.
En aquel momento tenía claro una cosa, por nada del mundo
interrumpiría el embarazo. Los médicos fueron claro en esos
momentos: si el embarazo seguía adelante, ni la niña ni yo llegaríamos a
término.
Las imágenes que existían del tumor eran poco alentadoras, así que
ante mi oposición a la interrupción del embarazo, me ofrecieron otra
posibilidad: extirpar el ovario infectado con anestesia local para preservar el
feto. Acepté.
A los tres días de la operación me dieron una noticia magnífica,
el embarazo seguía adelante, el ovario se había extirpado con éxito y la lesión
parecía estar encapsulada, así que me dieron un respiro…por poco tiempo.
embarazo, esta vez para comenzar la quimio a la mayor brevedad. Seguía
ante mi negación de interrumpir la vida a aquella persona que tenia dentro de mí
y decidí que la quimio se daría cuando la niña estuviera en el mundo.
Para mí fue un palo decidir, pues las opciones eran: interrupción
del embarazo de 20 semanas, quimio y vida normal…o esperar hasta que los
pulmones del bebé estuvieran formados, sacarla prematura directa a la
incubadora y limpiarme, es decir, extirparme todo el aparato reproductor porque
para entonces se suponía que la enfermedad podría estar extendida. Ya no podría
tener más bebés.
Ya sabeis cuál fue mi decisión (adjunto documento gráfico). A los
cuatro días de la operación comenzaron con la quimio…y desde que me dieron la
última sesión allá por 2003 hasta hoy, no he parado ni para mirar para atrás. Ahora
mi niña tiene 12 años y fue la mejor decisión que he podido tener en mi vida.
Ines con algunas de las guerreras.
Ines en meta en una de las carreras de Murcia
Guerreras Running: Ines Mendez
Sin palabras
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